Por: J.A. Calzadilla Arreaza Abril 2004
¿Vale la pena tomar en consideración al decimonónico venezolano Simón Rodríguez, en tanto que pensador, pedagogo y escritor, en la constitución de un proyecto de educación nacional que busca nutrirse ampliamente de la filosofía contemporánea?
A nuestra percepción, la respuesta debe ser afirmativa. En apoyo a ella, rápidamente alegaremos sólo tres grandes aspectos del pensamiento robinsoniano:
A. Epistemológico: La ruptura del discurso clásico colonial
B. Filosófico: El pensamiento de lo original. Paradoja e invención
C. Ético: La constitución política del sujeto republicano
A. Epistemológico: La ruptura del discurso clásico colonial
La obra entera de Simón Rodríguez se caracteriza por un esfuerzo constante de ruptura con los recursos expresivos formales del discurso clásico.Rodríguez puede alinearse dentro del gran romanticismo revolucionario que en la literatura mundial se caracterizó por la invención de formas expresivas que rompieran con la categoría y la práctica de la imitación. A la imitación del modelo que define al clasicismo la prosa continua y fragmentaria de Rodríguez opone la invención de un vehículo para la verdadera libertad del pensamiento. Para un pensamiento en movimiento como lo considera Rodríguez, hace falta una escritura rizomática que supere el clásico modelo arborescente: lineal, irreversible, jerárquico, teleológico.Pues Rodríguez ve en el discurso clásico la expresión de la mentalidad colonial, y para él la ruptura con este modelo expresa la revolución del pensamiento que debe acompañar a la revolución política y a la económica.La experiencia política americana es para él una experiencia planetaria novedosa. Como los vanguardistas estéticos un siglo más tarde, considera que una nueva experiencia requiere un nuevo modo de expresión y una nueva imagen del pensamiento. Y esa imagen del pensamiento es la de un río de instantes creativos diferenciales que modifican el cauce central como los meandros originales de la creatividad y la adaptabilidad históricas, dictados por la experimentación constante en que la vida del pensar transcurre, acotando lo múltiple y lo diverso, pero en suma, lo real. Técnicas como la logografía (la graficación tipográfica de los componentes y movimientos del pensamiento), la prosa desgranada en versos, el esquema, que exalta la función pedagógica de la página convirtiéndola en pizarrón de papel, logrando un libre-asociacionismo y un asistematismo empirista y anti-dogmático, dan al pensamiento una corporeidad sensible y viviente, que busca contribuir a la invención de una nueva retórica, una retórica revolucionaria que coincide en su espíritu con la modernidad literaria mundial, haciendo de Rodríguez, en la opinión de muchos especialistas latinoamericanos, el primer pensador y escritor propiamente moderno de nuestro continente y de nuestras letras.
B. Filosófico: El pensamiento de lo original. Paradoja e invención
Tres importantes enunciados robinsonianos nos bastarán para ejemplificar este pensamiento de lo original que rompe con las identidades y las contradicciones clásicas mediante la invención paradojal.
a. Colonicemos el continente con sus propios habitantes (programa político)b. Lo único constante es la variación (principio ontológico)c. Si hemos de imitar a otro imitemos su originalidad (programa metodológico)
Los tres enunciados encierran paradojas:
Colonización intraterritorial
Variación constante
Imitación original
Son juegos conceptuales, oximorones que bien podrían remontarse al pensamiento de Heráclito de Éfeso (mucho más que al de Sócrates).
La paradoja ha sido definida como “opinión contraria a la opinión”. En la historia de los sistemas de pensamiento ha sido un instrumento de emancipación lógica con relación a los modelos dominantes en la Filosofía y en la Opinión. Los eleáticos la usaron contra el realismo inmediatista; los sofistas contra el dogmatismo religioso y político; los estoicos contra el idealismo platónico-aristotélico; la filosofía moderna y contemporánea contra el academicismo y la metafísica.La paradoja puede entenderse como una operación lógico-literaria que:
a. Utilizando premisas usuales produce una conclusión novedosa, heterodoxa;
b. Afirma simultáneamente dos sentidos contradictorios, empujando al pensamiento más allá de la lógica usual. La Filosofía siempre ha intentado una reforma de la Opinión imperante por medio de una reformulación de la Razón (contra el prejuicio, el dogma, el fanatismo, el desenfreno pasional). Rodríguez filósofo, romántico revolucionario enemigo de la imitación, heredero de la Ilustración, enciclopedista fragmentario, empirista y pragmatista, insurge contra la Opinión colonial que domina y que lastra las nuevas repúblicas, aun luego de las victorias militares y políticas, reclamando la invención de una Razón republicana fundada en la Libertad, el Bien común y la Inmanencia del derecho. Empirista, por el rechazo a toda metafísica, a todo principio o valor trascendente, exterior o superior a la realidad humana, geográfica, social y económica tangible. Los valores y principios se forjan en la experiencia de la realidad mediante el hábito y el modelamiento histórico del instinto social.Pragmatista, porque considera que la imagen teórica hace posible la acción —moral, económica, política—, pero es la acción la que justifica la imagen teórica. Los criterios centrales de este pensamiento creativo, erigido contra la imitación clásico-colonial como paradigma de la dominación del pensamiento, vienen a ser la invención, la variación, la originalidad. Dada una realidad novedosa, como la americana, es preciso crear y ejercer modos de comprensión y programación novedosos e intrínsecos, autóctonos e inmanentes, so riesgo de fracasar, no sólo en la comprensión sino en la realización misma. Inventamos o erramos, es el dilema. Estamos obligados a inventar.
C. Ético: La constitución política del sujeto republicano
Rodríguez pone en duda la constancia de una naturaleza humana que pudiera ser definida de una vez por todas, esencial y eterna, principio metafísico que impediría la modificación del sujeto político que reclaman las nuevas repúblicas. Considera que el sujeto humano —no sólo sujeto psicológico y jurídico sino sujeto de la acción social en general— se conforma y se constituye política e históricamente. Éste es el principio de la posibilidad de una pedagogía republicana, verdadero proyecto para la constitución de ciudadanos libres.Las nuevas repúblicas han heredado un tipo de subjetividad colonial, que desea el premio por su servilismo y obedece por la fuerza del garrote, que burla la ley cuando no rige la amenaza y arrebata para sí solo, cuando puede, lo que no le es garantizado por ningún derecho. El principio, empirista, es que el hábito social se ha hecho instinto, constituyendo el tipo de subjetividad que todavía impera en las poblaciones de las nuevas repúblicas, reproducido a través de las mismas familias que nutren el tejido social. El sujeto colonial se quiebra cuando se modifica, en las nuevas generaciones, el instinto social heredado, cuando se suplanta el deseo de la esclavitud por el ejercicio de la libertad racional, constituyendo un nuevo instinto social, un instinto republicano forjado en las escuelas (en donde se protege a los nuevos sujetos de los vicios coloniales de sus propias familias), que obedezca al derecho, a la ley y a la autoridad, no por la promesa del premio y la amenaza del garrote sino por la conciencia inmanente, hecha instinto mediante la enseñanza, del Bien común, como dicta la Razón con la que estamos colectivamente de acuerdo.Una nueva constitución política del sujeto significa la formación de sujetos dentro de relaciones de poder diferentes, no de obediencia por la fuerza, en función del premio y la amenaza (Monarquía), sino de libre cooperación por el fin colectivo del que somos individualmente beneficiarios (República). Piensa en todos para que todos piensen en ti.
Este pensamiento que aquí hemos esbozado e intentado describir, empleando categorías de filosofías posteriores a él, nos parece contener un alto potencial de contemporaneidad, de interés teórico y práctico. Percibimos resonancias heracliteanas (en el devenir, el flujo y el azar); espinozistas (en la importacia del derecho natural y la libertad de la Razón); nietzscheanas (en la irreverencia ante los ídolos y la reversión de los valores). Pero presenta aun vinculabilidades con pensamientos más recientes como los de los franceses Gilles Deleuze (en la inmanencia, la desterritorialización y la rizomática) y Michel Foucault (en la política de la verdad y la historicidad del sujeto).
EL AUTOR
J.A. Calzadilla Arreaza